Salimos a caminar entre la gente para sentirnos solos, pero esperamos que se cruce la mirada de esa persona que quiera acompañarnos el resto de la vida. Y andamos perdidos, con el celular en frente de nuestro rostro como si miráramos el GPS para ubicarnos, sin darle la cara al mundo, escondidos detrás de un estado, imágenes de felicidad o gritando por atención con frases lastimeras o desafiantes, posamos de intelectuales, pero si en realidad deseáramos ser cultos e inteligentes, si quisiéramos influir en los demás, escribiríamos libros, artículos que ayuden a pensar, nos movilizaríamos para forzar acciones de cambio, no tweets... porque al final pasamos por la vida del otro sin dejar evidencias, ni siquiera un recuerdo que le trace una sonrisa.
Vamos por ahí deambulando como luciérnagas, iluminando nuestra cara de culo con la luz de las pantallas de los dispositivos, aislados, siguiendo la vida de ficción de las series sin construir nuestra propia existencia... abandonando a quien respeta los espacios que pedimos, mientras aprovechamos para construirles abismos...
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