lunes, febrero 13, 2006

No se qué pasa? pero desde hace mucho tiempo me he sentido como una estatua inmóvil frente a un mundo que va de un lado para otro, preocupándose sólo de cosas vanas, mientras yo, desde mi posición, les observo las reacciones en la búsqueda de la razón que les hace actuar, será que yo me perdí tratando de hallar un sentido para mi (la) vida? será que ese sentido no es tan trascendente como yo lo espero y está en algo más insignificante? sin embargo sigo viendo a un montón de personas que se mueven a mi alrededor con vidas sin sentido y lo peor es que no se han dado cuenta de ello y son felices...
Desde aquí he podido ver muchas cosas, entre ellas, lo más impactante para mi, fue el momento en que una mujer se detuvo a mirarme, en sus ojos se leía una expresión de ternura y compasión hacia mi, pero todo esto tenía una sola razón, y era su inquietud por saber si yo estaba VIVO, o simplemente, en su pensamiento se estaba diciendo –que imagen tan realista!, uno fácilmente la podría confundir con una persona!– pero el acto no termino allí, después, se acercó y con su mano blanca y tersa, rozó mi mejilla tratando de encontrar un poco de calor, o por qué no, una respuesta de sensibilidad, al no ser esto posible, acercó su cabeza a mi pecho, tratando de escuchar el más leve latido de mi corazón, me estrecho entre sus brazos buscando un poco de afecto, pero… al advertir la hora y que nos habíamos quedado solos, se acordó de sus tareas diarias, de su rutina, aquello que había dejado, pero debía inevitablemente cumplir, además pensó en las calles vacías y con paso presuroso se alejó perdiéndose en el horizonte...
Así quedé sólo, otra vez sólo, y ahora sin nadie a mi alrededor, pude moverme, era yo quien me movía a través de un mundo estático cuyos habitantes duermen, entonces, elegí un camino al azar y empecé a caminar, luego, corrí y cada vez lo hacía más rápido, pero en todo el tiempo no hacía más que pensar en lo que pensaba y en la forma de cómo expresarlo; como final de mi carrera estaba allí, sin darme cuenta, frente a la puerta de mi confesor, quien con paciencia me escuchó y me aconsejó con sus sabias palabras...
De allí, más tranquilo, fui en busca de vida, de sensaciones, de sentimientos, probé con la risa, el amor, la compasión, el asco, la ira, la venganza y no sé cuantas cosas más, pero sólo faltó una cosa… llorar, faltó sentir el suave y tibio roce de esas gotitas saladas que brotan de nuestros ojos para librarnos de los pesares, ese elíxir natural que imprime vida a un sentimiento muerto… Es por eso que de nuevo en mi posición estática, me tomo el tiempo para escribir estas líneas con la necesidad de desahogar el corazón de sus aflicciones y con una única pregunta...
¿¡Dónde están mis lágrimas!?

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